Para educar al humano como un ser libre se debe pues cultivar las semillas correctas en el tiempo oportuno, con el alimento adecuado y, por supuesto, regadas en el tiempo propicio. Básicamente, ser unos expertos granjeros. Es por eso que los educadores Waldorf buscan que ese ser humano libre se desarrolle en cada una de sus épocas y siempre, con la ayuda poderosa, del arte, el juego y los símbolos, únicos lenguajes que el niño comprende en todo su desarrollo.

Es por lo anterior que los alumnos no suelen tener exámenes, un volumen irracional de tareas o clases repartidas durante toda una mañana. Todo lo que se aprende debe ser pues vivido y gozado, con la medida un poco más allá de lo que puede hacer el pequeño; un aprender haciendo, de allí que el arte juegue un papel tan importante en la llegada de cada uno de los tópicos. En resumen, aprehendido, viviendo los ciclos propios del tiempo y de su edad, un conocimiento pues, se siembra, se cuida, se riega y se espera que fructifique; así pues, quien siembra trigo en verano o en primavera tendrá mal fruto, quien riega y alimenta con potenciadores químicos obtendrá semillas insulsas y nocivas.

Por otro lado, el pensamiento social marca un trazo importante en la educación por la libertad, es por eso que un colegio Waldorf no está separado de su comunidad y los padres tampoco, empero los apoderados son un punto importante y activo pues son las partes mismas del organismo escuela, y éste del organismo comunidad, de allí que todo apoderado en esta educación participa activamente de su construcción y busca fomentar la educación en la libertad aprendiendo a  liberarse él mismo.

¿Qué podemos resumir? La pedagogía Waldorf se basa en la potencialidad del ser humano y en el desarrollo de su ser a partir del pensar, sentir y querer, el cual es fomentado a partir de la educación de la libertad, la cual sólo se alcanza desde el respeto de los ciclos y momentos propicios del desarrollo del niño, siendo éste alcanzado sólo desde el hacer.

¿Quieres saber más? Sabemos que sí, pero este mundo es tan extenso y profundo que ha llenado libros enteros; por eso te invitamos a visitarnos para profundizar más amenamente sobre el tema o investigar un poco en nuestra sección de Reflexiones y Día a día.

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Un resumen por Raúl Alberto Montoya Rodriguez, profesor adjunto…

Cuando hablamos de pedagogía Waldorf suele venir a la mente lugares cálidos, materiales naturales, arte y muchas manualidades; un espacio afelpado y con toques hogareños -algo así como una cabaña de cuento de hadas- que se abre para que los niños estén cómodos. Y sí, lo es, pero es más que eso, mucho más que eso.

Este estilo pedagógico fue creado a principios del siglo XX por el pensador y creador de la antroposofía Rudolf Steiner, quien, a petición del dueño de la tabaquería Waldorf -de allí el nombre- quería una educación de calidad para los hijos de sus trabajadores, una que pudiera desarrollar lo mejor de los seres humanos, tal cual lo planteaban las teorías de este pensador. Fue así cómo Steiner, que además era un veterano educador particular de niños y de adultos analfabetas, ideó su modelo, el cual se basó en los postulados de su pensamiento: la trimembración humana y la trimembración social.

Lo básico de su planteamiento es que el humano se compone de pensamiento, sentimiento y voluntad, todos con sus respectivas necesidades y tiempos para ser desarrollados, cada uno con sus virtudes y defectos; por ello deben ser adecuadamente educados para lograr el mejor potencial, único e individual de la persona; un guiarle a su objetivo en aquí en el mundo. ¿y lo social?, bueno, todo esto se relaciona, pero eso es una historia a tomar en otro momento.